Nos gustan las historias. Tanto que no solo las leemos, también nos las imaginamos, las vivimos y las escribimos. Porque hay cosas que solo se sienten si se escriben. Bienvenidos a los contadores de historias

jueves, 13 de noviembre de 2014

EL baile infernal





Cada año, en un pueblecito perdido en algún lado, se celebra un baile en una mansión en lo alto de una colina desde la cual se divisaba todo el pueblo. El baile siempre era de mascaras y trajes elegantes, con máscaras. Las personas de ese pueblo estaban convencidos de que en ese baile siempre desaparecía alguien y, aún así, cada año iban con miedo por lo que pudiera pasarles, porque el dueño de la mansión era tosco y arisco y se ensañaba con todos. Medianamente alto, gesto serio, bigote y boca fruncida, todos los aldeanos le temían y respetaban. Thalia, una chica de 16 años, pelo castaño rojizo y ojos verdes, inteligente, divertida e imaginativa, había quedado con su mejor amigo Kilian, de 16 años, rubio, ojos azules, también era inteligente como su amiga, pero era más tímido, en que pasaría a recogerla para ir juntos al baile. Thalía iba con un vestido de color rojo, con los brazos pero que le tapaba los hombros, el moreno en una trenza de espiga con una diadema roja, un cinturón negro con un lazo y manoletinas negras, a juego con el cinturón. Kilian iba con un simple esmoquin negro. Habían quedado en la puerta con los gemelos Negi y Nagi. Tenían 17 años, morenos y ojos verde mar, también iban con un esmoquin negro. Ya en la puerta llegaba el sonido de la música que venia desde el salón. Cuándo entraron al salón pusieron una música lenta, y Thalía y Kilian se fueron a bailar juntos y los gemelos haciendo el tonto, bailaron juntos. Como cada año, casi al final del baile, descendía una leve niebla sobre la pista. A primera vista, parecía que no había cambiado nada, pero, si te fijabas, había personas que tenían la piel más pálida, casi translucida y más delgados. Justo en ese momento, los gemelos desaparecieron y Thalía y Kilian, preocupados, fueron a buscarlos por toda la mansión. Buscaron por habitaciones, pasillos, baños...Por varias plantas de la casa, pero seguían sin encontrarlos. Subieron por una escalera maltrecha a punto de caerse y aparecieron en un pasillo tétrico en el que había una sola puerta que ponía “No pasar”. Al abrirla, vieron a un montón de personas que habían desaparecido desde que se hizo el baile por primera vez hace muchísimos años, parecían dormidos y allí en medio, estaban los gemelos. 


Mónica Cuadrado 3° ESO.B

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