Nos gustan las historias. Tanto que no solo las leemos, también nos las imaginamos, las vivimos y las escribimos. Porque hay cosas que solo se sienten si se escriben. Bienvenidos a los contadores de historias

viernes, 23 de enero de 2015

El amuleto del laberinto I

EL AMULETO DEL LABERINTO (1)


Me llamo Charlie y tengo 12 años. Junto a Sally, Bryan y Richi formo una pequeña banda conocida por su símbolo: el cocodrilo.

Un día por la mañana, sonó el despertador. Rápidamente me levanté y escuché a mi madre en la cocina. Me vestí, bajé a desayunar y seguidamente me fui a la escuela.

Al llegar a casa hice a toda prisa los deberes, para así después reunirme con Sally, Bryan y Richi.
Más tarde le dije a mi madre que me iba, cogí la bicicleta y rápidamente me dirigí hacia nuestra guarida. Mis compañeros ya me estaban esperando para lo que fue una gran aventura.
En ese momento cogimos todo lo necesario para empezar la expedición y cuando terminamos nos pusimos en marcha hacia un lugar desconocido para nosotros y para todos los del pueblo.
Caminando hacia un prado vimos a lo lejos nuestro objetivo. Una casa un poco vieja y de mal aspecto.
Corriendo atravesamos el prado y llegamos hasta la puerta de la casa en la que nos adentramos silenciosamente.
Las historias hablaban de una casa vieja al fondo de un prado en donde se encontraba un tesoro, pero para ello había que pasar por algunas pruebas. Nosotros no vivíamos bien, es decir, nos faltaba el dinero, por eso, decidimos emprender nuestra aventura.
Allí estábamos dentro de la legendaria casa, unos niños indefensos, unos niños como otros cualquiera.
Pero sabíamos que necesitábamos hacerlo.
Ya dentro no había vuelta atrás, buscando y buscando no encontrábamos nada, y de repente dijo Richi: ¡¡¡Ehhhh, mirad!!!
Al girarme vi un pequeño grabado en la pared que decía: "aguas subterráneas y agua pura"
Parecía como un acertijo.
Pero no era muy difícil pues nos dimos cuenta enseguida.
Poco después encontramos un pequeño pozo debajo de una mesa de escritorio, era el camino.
Suerte que en la habitación había unas escaleras de mano. Las fuimos bajando por el pozo hasta llegar a tocar el suelo.
A continuación bajamos despacio, era como un pasadizo secreto.
Al bajar nos paramos a orientarnos, y tuvimos suerte, porque sólo había un camino.
Con cuidado fuimos avanzando hasta el punto en el que se acababa el túnel. En ese momento nos paramos y empezamos a pensar si la historia era una fantasía, pero de pronto una roca gigante apareció al fondo del túnel. Veíamos nuestro final, pero Sally divisó entre la oscuridad la salvación.
Nos señaló la salida y en ese momento empezamos a correr hasta que llegamos, pero...
¿Donde estaba Bryan?
Temíamos por su vida aunque todos sabíamos que era muy listo y rápido, por eso pensamos que se había salvado.
Asi que sin poder volver atrás por la enorme roca, seguimos andando tranquilamente.  

A lo lejos vimos una luz de antorcha lo cual no sabíamos si era bueno o malo. Nos acercamos poco a poco y vimos que se trataba de Bryan, corrimos a abrazarle.
Él nos habló de la otra entrada.
Tras recuperar el aliento nos pusimos en marcha hacia nuestro destino...

Héctor Augusto 1° ESO.B

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