Nos gustan las historias. Tanto que no solo las leemos, también nos las imaginamos, las vivimos y las escribimos. Porque hay cosas que solo se sienten si se escriben. Bienvenidos a los contadores de historias

martes, 20 de enero de 2015

La Navidad

LA NAVIDAD 
Erase una vez una niña llamada Ángela, tenía el pelo larguísimo y de un tono tan rubio que parecía blanco, tenía los ojos azules, era guapísima. Vivía al lado del polo norte, en una pequeña casita, en el bosque, con su madre, alejada de todo. Dentro de poco sería navidad, y Ángela esperaba entusiasmada los regalos de Papá Noel. El día 20 de diciembre, Papá Noel estaba acabando los últimos regalos, fue a la cuadra de los renos a darles de comer, cuando se dio cuenta de que faltaba Rodolfo. Primero pensó que había salido con alguno de sus elfos, pero no era así, Rodolfo había desaparecido. Lo buscó por todas partes: por la fábrica, por los alrededores, por la cuadra... pero no aparecía. El día 21 de diciembre, como todas las mañanas, Ángela y su madre salieron a pasear por el bosque cuando de repente vieron a un reno. Ángela le dijo a su madre que podía ser uno de los renios de Papá Noel, pero su madre le dijo que no, que era un reno cualquiera. Ángela ofendida por lo que le había dicho su madre se llevó el reno a las cuadra de su casa. Lo cuidaba, le daba de comer, de beber, le hizo una camita... Pasaba todo el tiempo que podía con él. Se hicieron muy buenos amigos. Papá Noel buscaba a Rodolfo porque la noche del 24 lo necesitaba para repartir los regalos a todos los niños del mundo y sin Rodolfo no podría ser posible.
El día 24 de diciembre por la noche, Papá Noel tuvo que salir sin Rodolfo, todo era un desastre, el trineo tenía turbulencias, se movía de un lado a otro, así que Papá Noel empezó su desastroso viaje. A la primera casa que tenía que ir Papá Noel era la de Ángela. Cuando llegó a su tejado bajó por la chimenea y le dejó su precioso regalito. Justo cuando el trineo estaba a punto de partir Papá Noel oyó un melodioso ruido, le sonaba muy familiar, agudizó el odio y siguió el rastro. Al llegar a la puerta de la cuadra vio una resplandeciente lucecilla roja. Papá Noel abrió la puerta y vio que lo que brillaba en esa noche oscura era la nariz de Rodolfo. Cogió a Rodolfo y lo puso en su sitio, con los demás renos. Papá Noel vio que Ángela había estado cuidando de Rodolfo. Para agradecerle las molestias le dejó una carta.
A la mañana siguiente Ángela muy entusiasmada fue a ver a Rodolfo, pero no estaba, lo único que había en la cuadra era una nota, la empezó a leer y en ella ponía: “Ángela muchísimas gracias por cuidar de Rodolfo, te lo agradezco muchísimo, así que algún día puedes venir a visitarme a mi fábrica”. Papá Noel Al acabar de leer la carta fue contentísima a leérsela a su madre. Esas navidades Ángela tuvo el mejor regalo que podía haber tenido nadie, fue a visitar a Papá Noel y conoció su fábrica y sus renos. 

Lucía Ventura 2o ESO B

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